domingo, 13 de noviembre de 2011

Envidia....

La sociedad de nuestros días está siendo testigo del auge de los pecados capitales, y es algo a lo que en cierto modo, nos hemos llegado a acostumbrar. Pero hay uno que prima por encima de todos, la Envidia.

La envidia envuelve a su víctima y la convierte en un ser podrido y despreciable con el que pasea de la mano criticando todo lo que tiene a su alcance…pero sobretodo…lo que no tiene.

Envidia aleja, Envidia destruye, Envidia hunde.

Si está usted infectado por ésta plaga tan nuestra, sepa que acabará siendo un ser marchito y resentido, estancado en su propio recelo de todo lo que representa lo que usted “quiere pero no puede”.

Alardeará, henchido de un orgullo harapiento, de lo poco que le importa todo lo que ansía y, falsamente lo pisoteará y menospreciará hasta la náusea.
Desde su trono de la basura se pensará intocable por protegerse de la fría realidad con una personalidad “de prestado” que ni siquiera es la que le gustaría haber obtenido a crédito por alguno de los que le ríen las estupideces, con un interés tan bajo como el que despierta en la gente de bien pero suficientemente alto como para tener que pagarlo el resto de su vida. Arderá su sangre ante el bien ajeno, el que no es suyo ni lo será nunca, a través de sus venas consumidas por el “me saco un ojo, con tal de que él se que quede ciego”.

Nacerá rodeado de varios, crecerá rodeado de unos pocos, estimado por aún menos e ignorado por la mayoría. Vivirá a caballo entre la rutina y la desidia, condenado a no ser escuchado mas que por aquellos que como usted, aman sólo lo que no tienen…

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